Wednesday, October 18, 2006





El DISFRAZ "POLÍTICAMENTE CORRECTO" DE LO NUCLEAR
Instituto de Ecología Política
Un mal disfraz cubre a los intereses económicos que acompañan las propuestas de la energía nuclear, basta analizar la recomendación que hizo Estados Unidos a la Argentina, al activar dicho país, el “Plan Argentino Nuclear” de 3.500 millones de dólares y que pondrá en marcha cuatro grandes centrales. Hoy, gobiernos de izquierda y neoliberales prefieren cerrar los ojos ante los riesgos de la energía nuclear.
El disfraz “políticamente correcto” de lo nuclear Para descubrir el mal disfraz que cubre a los intereses económicos que acompañan las propuestas de la energía nuclear, basta analizar la recomendación que hizo Estados Unidos a la Argentina, al activar dicho país, el “Plan Argentino Nuclear” de 3.500 millones de dólares y que pondrá en marcha cuatro grandes centrales.
La propuesta de Néstor Kirchner implica sacar cuentas alegres para reabrir la planta de enriquecimiento de uranio, ubicada en la sureña localidad de Pilcaniyeu, en la Provincia de Río Negro, instalación que fue cerrada en 1983, como también, activar la planta Atucha, cerrada en 1991 y que se encuentra a escasos 100 kilómetros de Buenos Aires. La población en ese tiempo, protestó para el cierre de ambas, bajo la idea de abandonar un sistema tan peligroso y de “doble estándar”. ¿Por qué digo “doble estándar”? Simple, porque la recomendación de Washington dice al aprobar el uso de energía nuclear “limpia, inocua y segura”, pero al mismo tiempo, recomienda a la Argentina “no transferir esta tecnología a terceros países”, en una clara alusión a Venezuela.
Es decir, el disfraz “políticamente correcto” implica usar estas plantas nucleares para la energía y la salud, por otro lado, si otros países “no aprobados” por Estados Unidos, alegan un proyecto similar, son cuestionados. Es lo que le sucede a Irán, China y la India, por ejemplo. ¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué creerle a unos y a otros no? La Casa Blanca lo explica, al calificar a Argentina como “aliado internacional en temas de no proliferación y usos pacíficos de la energía nuclear”. ¿Cuál es la base de estas confianzas? En teoría, cualquier país que se meta con la energía nuclear podría ser un potencial usuario peligroso y, peor aún, todo país que utiliza esta energía, es potencial candidato a un accidente tipo Chernobyl. Todos reclaman que es imposible repetir tal situación, sin embargo, la historia nos prueba que muchas cosas imposibles pueden suceder. Recordemos el clásico accidente y hundimiento del “Titanic”. Según los ingenieros del barco, el tipo de impacto que vivió esta embarcación en su primer viaje era imposible que sucediera. Por otro lado, otra forma del disfraz políticamente correcto de la energía nuclear es su capacidad de convencer, en estos momentos, a tendencias de izquierda progresista como a neoliberales de derecha.

El caso que Argentina, Brasil y Uruguay no se estén cuestionando estos usos, así lo prueba. Quizás, predomina una visión de corto plazo, de no analizar los riesgos de manejo, la futura escasez del uranio, el “enterramiento” de la basura nuclear, las realidades geográficas como los sismos, volcanes, huracanes y otros factores que pueden gatillar algún inesperado accidente. Dentro del concierto latinoamericano, la presidenta Michelle Bachelet ha sido clara en descartar esta opción nuclear, aunque las tendencias están latentes y se han abierto algunos apetitos al respecto. Incluso, hay otro grupo que desea forzar una decisión maniquea en Chile: o elegir las plantas nucleares o destruir la naturaleza de la Patagonia con la represa de Aysén.
Pareciera ser que lo “políticamente correcto” es evitar el debate, amenazar con la carencia energética a la población, en vez de mejorar la eficiencia en su uso o establecer ahora, ya, un calendario de trabajo para las energías sustentables, quizás más caras en el breve plazo, pero las más económicas y amigables para el futuro.

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